Perfil

Nací en Bilbao hace 30 años y en Bilbao moriré. Desde pequeño mostraba mucha curiosidad por la ciencia (encajaba en la clásica imagen del niño que coleccionaba fascículos de dinosaurios y minerales).

Siempre he tenido facilidad para hacer amigos y gracias a todos ellos soy como soy ahora. Hoy en día tengo muchas aficiones a las que cada vez dedico menos tiempo por trabajo. Me encantan el cine y la televisión, el fútbol, el kick boxing, subir al monte con mi perro, el diabolo, los videojuegos, los cómics, internet y todo lo relacionado con el mundo friki.

También tengo un gran interés y pasión por la realidad social de mi entorno y por eso dedico gran parte de mi tiempo al voluntariado social desde hace muchos años. Hay que mejorar este mundo aportando cada uno su grano de arena.

Desde muy joven ya sabía que quería dedicarme a la ciencia y eso me llevó a estudiar geología (me encantan la paleontología, la geofísica y la geología planetaria). Hacer la tesis doctoral ha sido, con todo lo bueno y lo malo que ha tenido, una de las grandes experiencias de mi vida. Probablemente la etapa en que más ciencia he aprendido… ¡y ahora quiero compartirlo con todo el mundo!

Soy cristalógrafo y eso quiere decir que estudio la materia cristalina. Pero… ¿qué es la materia cristalina? Pues es cualquier material que tenga sus átomos o moléculas ordenados en el espacio. ¿Quieres ejemplos? Las rocas y minerales, los metales como el acero, muchos compuestos químicos…

Y es que estudiar y conocer la estructura molecular de la materia es muy importante para nuestra vida cotidiana. Un famoso premio Nobel se preguntó: “¿Por qué el agua hierve a 100 ºC y el metano a -161 ºC? ¿Por qué la sangre es roja y la hierba es verde? ¿Por qué el diamante es duro y la cera es blanda? ¿Por qué los glaciares fluyen y el hierro se endurece al golpearlo? Las respuestas a éstas y muchas otras preguntas han venido del análisis estructural”, de la cristalografía.

En nuestro grupo de investigación diseñamos y creamos nuevos materiales (los cristalizamos) para estudiar su estructura y su comportamiento para aplicarlos a multitud de cosas. Por ejemplo, los materiales que desarrollo en mi trabajo, que se llaman MOF (de su nombre en inglés: Metal-Organic Frameworks), como tienen muchos huecos en su estructura, pueden almacenar otras sustancias. Por eso los aplicamos a la adsorción de gases de efecto invernadero como el CO2 y metano o para eliminar contaminantes de las aguas, aunque pueden tener muchas más aplicaciones.

Y todo ello por cómo están dispuestos los átomos en el material.

En este enlace podéis ver los modelos de las estructuras con las que trabajamos:

Estructuras Cristalinas

Un día de trabajo comienza casi siempre escribiendo un montón de correos electrónicos. En nuestro trabajo colaboramos con mucha gente para obtener buenos resultados y por eso hay que mantener el contacto. Concretamente, en nuestro grupo de investigación colaboramos con la Universidad de Cambridge y con la Universidad de Marsella.

La mañana continúa con una buena sesión de laboratorio “cocinando” cristales. Pero no siempre es igual. Hay que pensar que queremos obtener, con qué componentes y diseñar y calcular las condiciones de la reacción que necesitamos para obtener buenos cristales y en buena cantidad. Y sí, ¡cuanto más bonitos mejor!

Aquí podéis ver algunos de ellos

Después de los experimentos y mientras esperamos a que crezcan los nuevos cristales (Lo que suele tardar varios días), continuamos el día estudiando los que ya tenemos. Para ello utilizamos equipos y técnicas muy sofisticados. Utilizamos equipos de difracción de rayos X para conocer la estructura de los cristales, cromatógrafos para conocer la composición química, superordenadores, microscopios electrónicos… Esto lleva muchas horas del día pero es fantástico utilizar estas máquinas que parece que hagan magia.

Éste es un equipo de difracción de rayos X:

Después (si no se ha acabado todavía el día), quedaría tratar los datos obtenidos para ver si hemos conseguido lo que nos proponíamos o si algo está mal. Y si vamos por buen camino… ¡A publicar los resultados en una buena revista científica!

Lo de ganar el premio Nobel lo dejamos para mañana…